En Mar dudoso Silvina Aranda Cuevas analizó en su habitual columna el fenómeno de la feminización de la pobreza. El concepto hace referencia al hecho de que la pobreza afecta con más frecuencia a mujeres y feminidades o identidades feminizadas debido a una vulnerabilidad estructural que tiene impacto a nivel mundial.
“Según sabemos por organismos internacionales, el 70% de las personas pobres del mundo somos mujeres. Este es un dato alarmante teniendo en cuenta que una de cada cinco niñas está viviendo en un contexto de pobreza extrema. Entonces las mujeres y feminidades tenemos mayores dificultades para insertarnos dentro de esta sociedad”, dijo Silvina.
“La pobreza a nivel mundial tiene rostro de mujer y esto es parte de la violencia estructural que venimos denunciando y que venimos pidiendo a la sociedad que le preste atención”, sostuvo Silvina, quien es docente e investigadora y sexóloga especialista en ESI.
“Se da que muchas de las mujeres que tenemos una profesión, tenemos nuestro trabajo formal y sin embargo seguimos realizando las tareas domésticas y de cuidado a nivel familiar. Seguimos realizando ese tipo de tareas y eso nos lleva a que tengamos un desgaste superior a nivel psíquico, a nivel emocional, a nivel físico, a nivel de salud. Entonces, la invitación a nuestros oyentes es que podamos empezar a mirar estas cosas que tenemos naturalizadas en relación a las tareas del cuidado, que siempre son las peores pagas, y sobre todo cómo esto es parte de la violencia estructural”, reflexionó.
Silvina se refirió en particular al campo educativo, en el que hay sueldos desiguales para cada nivel: las docentes que trabajan con niños pequeños (inicial y primario) son quienes menos cobran, son los salarios más bajos dentro del ámbito educativo. Cuando hay tareas de cuidado involucradas hay brecha salarial, como también sucede en el ámbito de la salud con la brecha entre médicas y enfermeras. “Quienes realizan las tareas de cuidado, son quienes menos cobran. Está naturalizado y normalizada esta división sexual del trabajo: caemos siempre en estos estereotipos de creer que las mujeres cuidamos mejor”.
Silvina también abordó los factores que influyen y atraviesan la realidad de las mujeres pobres, como el racismo y la discriminación. “La interseccionalidad nos permite como categoría pensar cuál es el lugar que ocupan dentro de nuestra sociedad no sólo las mujeres, sino las mujeres negras, las mujeres marrones, las mujeres indígenas“.
“La invitación hoy es a que podamos repensar dentro de nuestros ámbitos, dentro de nuestros lugares, dentro de los lugares que ocupamos, de los que somos parte, de los que militamos: ¿qué lugares les damos a estas mujeres y a estas femenidades? Y sobre todo, ¿cuánto las escuchamos? Porque la realidad es que las opresiones generalmente lo que generan es la invisibilización y la falta de escucha a esas voces”, concluyó.
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